Daniel 10 – La lucha angelical 


Finalmente llegamos a la última visión del profeta Daniel. Ella abarca desde el capítulo 10 hasta el capítulo 12 del libro de Daniel. El capítulo 10 de esta impresionante última visión, podemos considerar como una especie de introducción o prólogo. El capítulo 11 es el cuerpo grueso de la visión y el capítulo 12 presenta la conclusión. Ya hemos estudiado detalladamente las conclusiones que presenta el capítulo 12 en los temas 31 al 34 de este seminario. Por lo tanto nos queda tan solo estudiar los capítulos 10 y 11 para concluir nuestro amplio estudio del libro bíblico del profeta Daniel.
Daniel recibió esta última profecía estando junto al río Hidekel. Dan. 10:4, en contraste con la visión del capítulo 8 que había recibido junto al río Ulai. Dan. 8:2. El río Hidekel es otro nombre del río Tigris que fluía a unos 55 kilómetros de la antigua ciudad de Babilonia.
El primer versículo hace referencia por última vez al rey Ciro y nos presenta el momento en el cual Daniel recibió esta última gran profecía.
En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.” Dan. 10:1.
Este versículo nos revela que Daniel recibió esta profecía dos años tras la profecía del capítulo nueve, que revelaba la profecía de las 70 semanas. Vea Dan. 9:1. El primer año de Darío era a la vez el primer año de su corregente Ciro. Vea Dan. 6:28.
Daniel orandoEste primer versículo nos revela además que había un conflicto grande, que era tan serio que Daniel se dedicó durante tres semanas de aflicción a orar. Además se sometió a una especie de dieta, evitando comer cosas placenteras y limitándose a alimentos sencillos como verduras y frutas, para apoyar de esta manera su profunda y sincera oración, como nos revelan los siguientes dos versículos:
En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.” Dan. 10:2, 3.
El deseo de Daniel era entender, y por lo tanto se humilló de esta manera ante Dios con perseverancia hasta obtener las respuestas que buscaba, como nos indica el versículo 12.
“Entonces me dijo [el ángel]: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” Dan. 10:12.
Daniel deseaba entender y conocer los propósitos divinos acerca de los eventos que habían de acontecer al Pueblo de Dios en el futuro. Dan. 10:14. Recordemos que lo que Daniel “no entendía” era parte de la visión de los capítulos 8 y 9 de su libro (vea los temas 24 y 25 de este seminario). Y ahora Daniel recibe de Dios mediante el ángel información más detallada, como nos indica el versículo final de este capítulo introductorio donde dice el ángel: “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad…” Dan. 10:21. Los siguientes dos capítulos (Daniel 11 y 12) presentan de esta manera el cuerpo y la conclusión de esta gran profecía final y son “el libro de la verdad”. Al final, Daniel llega a comprender la palabra y obtener inteligencia en la visión como nos indica en Daniel 10:1. Nuestro deseo con los estudios de este seminario es alcanzar ese mismo entendimiento.

¿Cuál era el gran conflicto que afligía a Daniel?

Daniel había sido testigo ocular del cumplimiento de la profecía de los 70 años, durante los cuales el Pueblo de Dios estuvo sometido a Babilonia. Dan. 9:2. Ese tiempo profético ya había terminado y el reinado Medo-Persa se encontraba en plena vigencia, tal como la Palabra de Dios lo había predicho. Lo que preocupaba a Daniel era el hecho que ya habían pasado tres años y la prometida reconstrucción de Jerusalén estaba retrasándose. Daniel de antemano había estaba consciente que durante la reconstrucción iba a haber problemas, pues el ángel le había dicho que “se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”. Dan. 9:25.
Pero Daniel nunca se imaginó la magnitud de dichos problemas. Dos años antes, se había decretado la primera orden respecto a la reconstrucción del templo, mediante Ciro.
En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra del Señor por boca de Jeremías, despertó el Señor el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: El Señor, el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa al Señor Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.” Esdras 1:1-3.
Decreto de CiroGracias a esta orden de Ciro, retornaron como 50.000 judíos a Jerusalén, tras el cautiverio en Babilonia, bajo Sesbasar, príncipe de Judá. Daniel se había quedado en Babilonia. Él ya tenía como 90 años de edad y había decidido quedarse para ayudar en el nuevo gobierno Medo-Persia. De esta manera no estaba posibilitado para ver el cumplimiento de la profecía, que el mismo había recibido de Dios, acerca de la reconstrucción de Jerusalén. La lista exacta de los que retornaron está registrada en Esdras capítulo 2; y el capítulo 3 de Esdras nos cuenta acerca de algunas preparaciones que hicieron para la reconstrucción, una vez que llegaron a Jerusalén.
¿Pero qué había sucedido durante los 70 años de su ausencia? Los judíos, que durante el exilio a Babilonia habían quedado en Israel, tras dos generaciones ya no deseaban el retorno de los exiliados. Recuerde que solo la élite fue llevada presa a Babilonia. 2 Rey. 24:14. En el transcurso del tiempo muchos de los que se habían quedado se habían casado con personas fuera del pueblo hebreo que eran politeístas e idólatras. Esta mezcla originó el pueblo samaritano.
Ahora el capítulo 4 de Esdras nos cuenta acerca de los diferentes problemas que surgieron.
“Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia. Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.” Esdras 4:4-6.
Así que los hebreos que retornaron, tuvieron que enfrentarse a desánimos, intimaciones, falsas acusaciones (denuncias a las autoridades) y sobornos (corrupción) en contra de ellos a los consejeros para frustrar la reconstrucción de Jerusalén y del templo.
Príncipe de Persia¿Dónde ejercían influencia estos consejeros sobornados por los enemigos del Pueblo de Dios? Obviamente en los centros de poder político del Imperio Persa. El contexto histórico y bíblico nos muestra que su influencia llegó hasta la misma corte del rey. Fue el mismo príncipe del reino de Persia que causaba los problemas. El ángel que se presentó a Daniel en este capítulo, le reveló quién era el oponente en este gran conflicto: “… el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días… ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia…” Dan. 10:13, 20.

Al final de este tema descubriremos una doble aplicación respecto a este oponente que el ángel llama “el príncipe de Persia”. Veremos dos dimensiones de este enemigo, una literal en la persona del príncipe de Persia de aquel entonces, llamado Cambises II, y otra espiritual refiriéndose al ángel caído Lucifer.

Daniel, un hombre de oración

Cuando estas noticias negativas, respecto a los problemas en la reconstrucción de Jerusalén llegaron a los oídos de Daniel, él comenzó a ayunar y orar, por causa de este “conflicto grande”. Dan. 10:1, 2.
¡Daniel decidió orar en lugar de quejarse! Recuerde que él estaba acostumbrado a orar tres veces por día. Dan. 6:10. Años atrás ya había orado fervientemente por el cumplimiento de otra de las promesas de Dios, la del cumplimiento de los 70 años para el retorno del pueblo hebreo del exilio babilónico. Dan. 9:1-20. Y ahora encontramos a Daniel orando nuevamente con toda intensidad durante tres semanas por el cumplimiento de otra profecía; esta vez respecto a la reconstrucción de Jerusalén y del templo. Dan. 10:2, 3, 12. Al cabo de estas tres semanas, Daniel buscó a Dios en oración en un lugar apartado junto al río Tigris. Dan. 10:4. Es ahí donde finalmente llegó a obtener las respuestas que tanto anhelaba.
Daniel orando nuevamenteEl hecho que Daniel haya ayunado y orado durante tres semanas es bastante significativo. En la tradición bíblica, solo se requiere de tres días de ayuno y oración, como acto de arrepentimiento. Vea por ejemplo Éxodo 19:10-15, Ester 4:16, Jonás 1:17; 2:1-10. Las tres semanas que Daniel ayunó y oró son el tiempo tradicional multiplicado por siete. Este hecho demuestra la intensidad de su oración y su ferviente deseo de entender. ¡Daniel perseveró hasta obtener la respuesta! Que gran ejemplo para cada hijo de Dios.



El acercamiento en su relación con Dios, que el fiel Daniel experimentó a lo largo de su vida, es maravilloso. Recuerde que Dios siempre tuvo una relación bastante especial e íntima con su muy amado profeta Daniel. Dan. 9:23; 10:11, 19. En el capítulo dos, Dios le había repetido el sueño profético del rey Nabucodonosor. En el capítulo seis, Dios le había enviado su ángel para protegerlo de los leones feroces. En el capítulo nueve, Dios le había enviado el ángel Gabriel para explicarle las profecías respecto a los tiempos proféticos, y ahora en el capítulo diez veremos que ¡Dios envía a su propio Hijo para apoyar a Daniel!
Es importante realizar que Daniel 9 y Daniel 10 siguen una misma progresión:
  • En ambos capítulos Daniel está desesperado por el cumplimiento de la profecía.
  • En ambos capítulos Daniel se humilla ante Dios y ora con fervor.
  • En ambos capítulos viene el ángel Gabriel con el propósito de explicar a Daniel las cosas.
Otro detalle interesante respecto al contexto en el cual Daniel recibió finalmente sus respuestas, encontramos en el siguiente versículo:
“Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.” Dan. 10:4.
Era el veinticuatro del primer mes, es decir el mes hebreo “Nisan”. La fecha que la Palabra de Dios nos provee en este lugar, nos da a entender que esto ocurrió durante el tiempo de la Pascua, lo que no es una casualidad. La visión que Daniel recibe en este capítulo junto al río Hidekel, toma lugar en el contexto histórico de la Pascua, que fue la fiesta hebrea de la liberación de Egipto para encaminarse hacia la tierra prometida de Canaán.
Ahora Daniel y su pueblo se encuentran nuevamente en el contexto histórico de una liberación. Esta vez de Babilonia, con el fin de retornar una vez más a Canaán, su tierra prometida. Pero esta vez con el propósito de reconstruir la ciudad y el templo.

La gloriosa visión de Jesús

En ese contexto de la liberación junto al río Hidekel, Daniel recibe una gloriosa visión de Jesucristo, tras sus tres semanas de ayuno y oración.
Gloriosa visión de Jesús“Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.” Dan. 10:5-6.
¡Es maravilloso saber que al final de su ministerio terrenal como profeta de Dios, Daniel se encuentra personalmente con el Señor a quien ha estado sirviendo toda su vida!
El Señor Jesús se le aparece a Daniel como sumo sacerdote, pues está vestido en lino y tiene un cinturón de oro. Vea Levítico 16:4, 23 y Éxodo 28:4, 5, 8.
¡En la visión Jesús aparece resplandeciente, como en llamas! Aparece idénticamente como apareció también 600 años después en la visión al profeta Juan, en Apocalipsis 1:13-16.

Tal como Daniel, también Juan ya era un anciano cuando recibió una visión gloriosa de Jesucristo. Ambos estaban en exilio. Daniel en Babilonia y Juan en Roma, en la isla de Patmos. Ambos habían recibido de parte de Dios visiones del mismo carácter, respecto a la historia, abarcando los siglos e milenios hasta el reino eterno de Dios. Ambos recibieron su visión gloriosa durante el santo sábado. Pues Juan vio la visión “en el día del Señor”. Apocalipsis 1:10. Y el profeta Daniel recibió su visión al cabo de tres semanas completas de siete días. Dan. 10:2, 3. A propósito la Palabra de Dios menciona tres veces este espacio de tiempo. La tercera vez mencionando los “veintiún días” del lapso de tiempo. Dan. 10:13. Al cabo de la tercera semana, en el día veintiuno, durante el tercer sábado de su oración y ayuno, Daniel bajó al río Hidekel, donde se le presentó Cristo, el señor del sábado, en visión. Marcos 2:28.
También la reacción de Daniel era parecida a la que había experimentado el apóstol Juan y otros personajes bíblicos que tuvieron el enorme privilegio presenciar una manifestación de Jesucristo.
“Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.” Dan. 10:7-11.
  • Cuando Jesús se apareció a Pablo en su camino a Damasco se le apareció también solo a el“Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.” Hechos 9:7.
  • Respecto a la reacción de Juan dice: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies…” Ap. 1:17.
  • Y cuando Jesús se apareció a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan en el monte de la transfiguración era una situación parecida.“Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.” Mateo 17:6, 7.

El ángel Gabriel, el intérprete de las visiones

El ángel Gabriel es el intérprete común de las últimas dos grandes profecías del libro de Daniel. Recuerde que el ángel Gabriel ya había venido para explicar a Daniel los capítulos 8 y 9 que formaron una unidad profética y ahora viene nuevamente a Daniel para explicarle la última gran profecía que abarca los capítulos 10 al 12 del libro de Daniel. Necesitamos entender que ¡los santos ángeles son seres amables que obran fervientemente en favor de nuestra salvación!
Todo esto nos muestra la trascendencia e inmanencia del poderoso Dios que en su gloria gobierna el Universo entero. Lo maravilloso es que ese gran Dios desea tener una relación personal con nosotros e incluso una amistad. ¡Él quiere morar con nosotros! El poderoso Creador descendió del cielo para sernos un amigo personal. Mediante Jesucristo nos mostró su ternura, amor y protección. A nivel individual desea mostrarnos su amor como hacia sus “hijos”.
Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.” Dan. 8:16. “…aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.” Dan. 9:21. En los versículos que siguen a esta descripción (del 24 al 27), Gabriel le presenta a Daniel la visión y la explicación del capítulo 8, que incluía la profecía de tiempo respecto al bautismo y la muerte de Cristo, y demostrando de esta manera la íntima conexión entre la visión del capítulo 8 y 9. Recuerde además el tema 25 de este seminario. Note que el mismo ángel Gabriel vuelve a aparecer varios siglos después de esta profecía, en el Nuevo Testamento en Lucas 1:1 y 19 para anunciar el cumplimiento de la parte más importante de esta profecía de tiempo, hecha en Daniel 9, respecto a la aparición del Mesías.
Algo parecido ocurre ahora en la última gran visión de los capítulos 10 al 12 de Daniel, que de paso sea dicho está conectada a la visión anterior de los capítulos 8 y 9. Pues después de recibir la explicación de Daniel capítulo 11 y 12, el profeta Daniel llega a comprender la visión anterior, como expresan las Sagradas Escrituras al decir que “… él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.” Daniel 10:1.

La respuesta a nuestras oraciones por parte de Dios es condicional

Lo maravilloso es, que Dios contesta las oraciones de sus hijos amados si estos son obedientes a Dios y viven de acuerdo a su santa y buena voluntad. El apóstol Juan instruye: “… y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.” 1 Juan 3:22.
Familia orandoLas Sagradas Escrituras son claras al decir que “El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable.” Prov. 28:9.
“Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye”.
Juan 9:31.
A Daniel Dios contestó su oración gustosamente pues Daniel era un hijo fiel y obediente. La Biblia dice que Daniel era “muy amado” por Dios y las huestes angelicales. Dan. 9:23; 10:11, 19.
El relato bíblico nos revela que las tres largas semanas de oración y ayuno en realidad ni siquiera eran necesarias en su amplitud. “Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido”. Dan. 10:12.
¡Dios ya escuchó y contestó la oración de Daniel el primer día que comenzó a orar!
Las palabras tienen poco valor ante Dios, pues Él escucha y responde el clamor de nuestro corazón incluso antes que sea pronunciado. Mateo 6:8, 32. Para Dios, el contenido de nuestra oración es mucho más importante que la forma, o la elocuencia en la expresión. Palabras en sí mismo, no tienen ningún poder. ¡Todo depende de la humildad de nuestro corazón, la motivación correcta y nuestra fe en las promesas de Dios! Recuerde esta enseñanza en la parábola del fariseo y del publicano en Lucas 18:9-14.
Así que ¡las respuestas de Dios no dependen de la cantidad de palabras ni de la elocuencia del orador, y mucho menos del “estatus religioso” de una persona!
Es importante entender que ¡nuestras oraciones son oídas y contestadas aunque no haya respuesta aparente o inmediata! Imagínese: ¡Durante tres semanas Daniel no estaba consciente que su oración ya había sido escuchada y contestada por parte de Dios!

¿Por qué hubo una demora en la respuesta?

¡La demora se debe al hecho que había un conflicto sobrenatural! Sabemos muy bien que existe un conflicto cósmico entre el bien (Dios y sus santos ángeles) y el mal (Satanás y sus ángeles caídos).
Pablo lo describe de esta manera: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Efesios 6:12.
Recordemos el origen de este conflicto cósmico que se trasladó del cielo a la tierra, descrito por Juan en el Apocalipsis:“Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” Ap. 12:7-9. Recuerde los temas 1 y 2 de este seminario.
Jesús el mundo y el diabloEl capítulo 10 de Daniel nos quita el velo y nos permite observar en la dimensión angelical y ver una pequeña parte de esta lucha angelical trasladada a la tierra. Dijo el ángel a Daniel: “Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.” Dan. 10:13.
Lo que la Palabra de Dios nos revela aquí es impresionante. ¡La profunda oración de Daniel tuvo repercusiones cósmicas! “El príncipe del reino de Persia” se opuso al ángel Gabriel durante tres semanas. Entonces intervino Miguel personalmente para ayudar al ángel Gabriel contra “el príncipe de Persia”. Y en los versículos 20 y 21, el ángel Gabriel nos revela que Miguel le ayudaría luego también contra “el príncipe de Grecia”, siendo Miguel el único capaz de luchar contra todos estos “príncipes”. Daniel 10:21.
¡Recuerde que Miguel es otro nombre de Jesús!
Tal como estudiamos detalladamente en el tema 32 de este seminario. He aquí un breve repaso. El nombre Miguel significa ¿Quién es como Dios? ¿Y quién es cómo Dios? ¡Solamente Jesucristo!
Hay que mencionar que esta traducción de Daniel 10:13 es un poco confusa, pues dice que Miguel es “uno de los principales príncipes”, cuando ¡la traducción literal dice que Miguel es “el príncipe principal”!
Así que Jesús es presentado en el libro de Daniel como “Miguel, el príncipe principal”, “el príncipe de los príncipes”, “el príncipe de los ejércitos”, “vuestro príncipe”, “el Mesías príncipe”, “el príncipe del pacto” y “Miguel, el gran príncipe”. Vea Dan. 8:11, 25; 9:25; 10:13, 21; 11:22; 12:1. Sí, Jesucristo personalmente es el que tiene “el principado en su hombro”, siendo el “Príncipe de paz”. Vea Isaías 9:6. Recuerde que Miguel significa ¿Quién es como Dios? “Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién como tú…?” Salmos 35:10. Vea también Isaías 44:6, 7.
Para confirmar que Miguel es efectivamente Jesús, revisaremos los versículos que mencionan a Miguel en el Nuevo Testamento. Miguel aparece nuevamente en Judas 9 y en Apocalipsis 12:7-9. En ambos pasajes se le presenta luchando contra el diablo obteniendo cada vez la victoria (tal como ocurre en Daniel 10 que estamos estudiando). En Judas 9 se lo identifica como el arcángel Miguel. Y en 1 Tesalonicenses se le presenta a Jesús resucitando a los muertos durante su retorno con voz de arcángel. Pues es Cristo Jesús quien resucitará con su voz a los muertos. Juan 5:8.

¡Cuando el creyente ora, ocurren cosas en el mundo invisible!

Así que el capítulo 10 de Daniel nos abre por unos instantes el telón para poder ver más allá de nuestras realidades y dimensiones. ¡Es maravilloso saber que el Creador del Universo oyó y contestó las oraciones de Daniel de esta manera tan directa y poderosa involucrándose personalmente!
Se estaba desarrollando una lucha espiritual al más alto nivel. El problema en cuestión era el intento del diablo y de sus secuaces (los que se oponían a la reconstrucción y Cambises II) por impedir la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. El diablo quería que la orden dada por Ciro de reedificar a Jerusalén fuese anulada. Era un asunto muy serio, pues el primer edicto de la reconstrucción del templo ya había sido dado por Ciro. Miles de hebreos habían retornado pero no pudieron reconstruir por causa de la intensa oposición. Lo que el diablo en realidad intentaba fue impedir el cumplimiento de la profecía e imposibilitar el comienzo de la profecía de tiempo de las 70 semanas (los 490 años) y también de las 2300 tardes y mañanas (los 2300 años). Vea los temas 25 y 26 de este seminario.
Cuando Daniel oraba y ayunaba, se requería una acción decidida por parte del rey medo persa en favor del pueblo hebreo para que la oposición cese y pueda seguir con la reconstrucción de su templo en Jerusalén. El rey de Persia debía actuar antes que la oración pudo ser contestada. Pero Satanás y sus ángeles caídos intentaron influir al rey directamente y mediante su hijo Cambises II indirectamente, para que retire el apoyo a los judíos, incumpliendo la voluntad de Dios.
También el ángel Gabriel ejerció su influencia sobre el rey Persa para que este sí tome la decisión correcta, de continuar con su apoyo hacia el pueblo judío. Durante largos días y semanas, el rey luchó con emociones encontradas, vaciló y puso dilaciones. Pasaron los días uno tras otro y Daniel continuó orando. Al cabo de las tres semanas, un ser más poderoso que Gabriel vino a auxiliar. ¡Fue Miguel (Jesús), quien deshizo finalmente las malas influencias del diablo en este asunto y el conflicto cesó!

La intervención divina en los asuntos humanos

Hay dos posibles aplicaciones para entender quién era ese malvado “príncipe de Persia” que se opuso durante los 21 días al ángel Gabriel. Ambas no se contradicen entre si y pueden más bien combinarse para tener una panorama más amplio de comprensión, aunque la segunda aplicación es la más importante y transcendente en su impresionante dimensión y su contexto general.
He aquí la primera aplicación:
príncipe de PersiaLa primera aplicación es literal y se refiere al príncipe de Persia de la época con nombre Cambises II.
Sabemos que el rey de Persia era Ciro. Daniel. 10:1. Su hijo, el príncipe de Persia, se llamaba Cambises II. Era un hombre que tuvo mucha influencia y poder político. Cambises II se oponía a todos los cultos religiosos extranjeros. Llegó a ser corregente por un año, tal como ocurrió con Nabonido y Belsasar del imperio babilónico. Recuerde el tema 13 de este seminario.
La historia nos cuenta que Cambises II, el príncipe de Persia, era estudiante del zoroastrismo. El adoraba al dios pagano Ahura Mazda y no tenía tolerancia con otras religiones, pues destruyó los templos de los dioses extranjeros en Egipto en sus campañas militares.
Durante su reinado como rey único a la muerte de su padre Ciro, (entre 530 y 522 a.C.), los judíos no avanzaron nada en la reconstrucción del templo. Recién durante el reinado de Darío I pudieron retomar las actividades y avanzar con la reconstrucción. Esdras 4:5. Recuerde el tema 26 de este seminario.
Tras el escenario había fuerzas invisibles trabajando con el propósito de influir sobre el terco príncipe de Persia. Se trataba de los poderes celestiales que hicieron grandes esfuerzos, pero ¡la decisión sigue en el hombre, pues Dios le dio libre albedrío para escoger y tomar sus decisiones! Desafortunadamente Cambises II nunca cedió a las influencias y murió finalmente una muerte trágica por sus heridas. No se sabe si fue suicidio o si se cayó accidentalmente sobre su espada.
He aquí la segunda aplicación:
La segunda aplicación es espiritual y se refiere al mismo diablo que en aquella época, al controlar el imperio de Persia, era denominado el “príncipe de Persia”. Recuerde que fue el ángel Gabriel quién dijo: “… el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días.” Daniel 10:13. Difícilmente podría referirse a un ser humano que se haya opuesta a un ángel.
príncipe de GreciaEs por eso que el ángel Gabriel explicó a Daniel que tras la caída del imperio Persa, su lucha a nivel angelical continuaría contra el “príncipe de Grecia”, refiriéndose nuevamente al diablo que llegaría a controla también el pagano imperio Griego.
“Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.” Daniel 10:20.
Y tras la caída de Grecia, la misma lucha espiritual continuaría, durante el imperio Romano. Es por eso que en el capítulo anterior, Gabriel le habló a Daniel de otro “príncipe que ha de venir” en relación a la muerte del Mesías y la destrucción de Jerusalén y del segundo templo en el año 70 d.C., refiriéndose obviamente a Roma.
“… se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario…” Daniel 9:26.
Lo que la Palabra de Dios nos revela en estos capítulos del libro de Daniel es el conflicto cósmico entre los ángeles santos de Dios y los ángeles caídos, también conocidos en la Biblia como demonios o espíritus inmundos. Al referirse la Palabra de Dios al “príncipe de Persia”, “príncipe de Grecia” o “príncipe de Roma”, nos muestra la más alta jerarquía angelical caída, refiriéndose al mismo diablo (Satanás), quién se opuso personalmente al ángel de Dios (Gabriel) durante las tres semanas que Daniel oró. Recién con la intervención de Miguel (Jesús), al cabo de las tres semanas, vino la derrota del “príncipe de Persia” y con ella el fin de aquel conflicto.
Recuerde que fue el diablo quien le había ofrecido a Jesús darle “todos los reinos del mundo y la gloria de ellos” (que a Satanás “habían sido entregadas”) si se postrara a sus pies para adorarle. Mateo 4:8, 9; Lucas 4:6. Jesús rechazó obviamente y llamó al diablo luego tres veces “el príncipe de este mundo”. Vea Juan 12:31; 14:30; 16:11. Todo esto ocurrió en la época cuando el Imperio Romano reinaba, un poco antes de su muerte en la cruz y unos cuarenta años antes de la destrucción de Jerusalén y del templo por mano de aquel imperio impío. En aquel tiempo, Lucifer “el príncipe de este mundo” era aquel “príncipe que había de venir” que podemos describir con más precisión como “el príncipe de Roma”.
bestia escarlataLa misma realidad del diablo como “príncipe de este mundo” que gobierna sobre los reinos impíos de este mundo, encontramos en la ilustración profética al final de la Biblia, donde dice: “… vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos… y en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”.Apocalipsis 17:3, 5. Se trata de la “mujer ramera”, símbolo de la falsa religión y adoración (tras la cual está el diablo), que monta la bestia con sus siete cabezas y sus diez cuernos. Ap. 17:7-14 nos muestra que aquí se trata de una secuencia cronológica de reinos/imperios en oposición a Cristo, que se levantan y caen una tras otra. En esta profecía se nos presentan los símbolos “cabeza”, “reino”, “monte”, “bestia” y “cuerno”, como sinónimos de reinos y/o imperios que se levantan y caen progresivamente, siendo todas partes de “la bestia escarlata” que es “montada por la ramera”. Esta secuencia de reinos/imperios abarca desde el primer reino establecido sobre la tierra, tras el diluvio (Babilonia), hasta el último reino terrenal que reinará y caerá cuando Jesucristo retorne para acabar con toda esa impía historia terrenal. Hay que destacar lo siguiente: ES “LA MUJER” (la gran ramera, la falsa religión/adoración detrás de la cual está el diablo) que monta esta terrible “bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. Es decir ¡ELLA la dirige y comanda desde el principio hasta el fin de la secuencia los reinos/imperios, sin importar cuál de las cabezas o cual de los cuernos está en vigencia! El diablo simplemente adapta su falsa religión/adoración al reino o imperio vigente en la historia. No le importa si se trata de Babilonia, Medo-Persia, Grecia o Roma. etc. Importante es que ELLA siga dominando aquella potencia con su falsa religión y adoración.

Volvamos a Daniel 10 para ver los últimos detalles de este impresionante capítulo

Así que al final de las tres semanas de lucha sobrenatural, el bien triunfa finalmente, y el diablo es derrotado por Miguel, tal como ocurrió también en Judas 9 y en Apocalipsis 12:7-9; 17:14.
Una vez que “el príncipe de Persia” es derrotado, tras las tres semanas de conflicto leemos, las palabras que el ángel Gabriel puede dirigir finalmente a Daniel:
“He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.” Daniel 10:14.
Lo que Daniel recibirá en los siguientes dos capítulos (11 y 12 de Daniel), que forman el cuerpo y el desenlace de esta gran profecía, es una información amplia respecto a lo que ha de ocurrir al pueblo de Dios en el futuro, y sobre todo durante la fase final de la historia humana. “La visión es para esos días” finales. Y como veremos, ¡es para nuestros días!
“Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.” Dan. 10:15-19.
La visión de DanielEstos versículos amplían la experiencia de Daniel de los versículos 7 al 11 y nos muestran con más detalle su reacción frente a estos encuentros sobrenaturales, primero con el ángel Gabriel y luego con Jesucristo, el “hijo de hombre”. Recuerde el tema 18 de este seminario donde ya vimos a Jesús, como “hijo de hombre” en Daniel 7:13, 14. Es maravilloso saber que Jesucristo personalmente fortaleció a su amado seguidor, diciéndole las palabras que siglos después iba a decir también al amado apóstol Juan, tras su visión de Jesús, y a sus demás seguidores: “no temas; la paz sea contigo”. Vea Apocalipsis 1:17 y Lucas 24:36.
El “hijo de hombre” se despidió de Daniel diciendo: “… ¿Sabes por qué he venido a tí? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.” Daniel 10:20.
Es importante entender que ¡la lucha contra “el príncipe de Persia” continuó mientras que este imperio estuvo en vigencia! La victoria sobre “el príncipe de Persia”, tras las tres semanas de oración y ayuno de parte de Daniel, que vimos en este capítulo, solo fue la victoria de una lucha dentro de la gran guerra angelical, pues tras su despedida, el “hijo de hombre” tuvo que “volver a pelear contra el príncipe de Persia”, y luego contra “el príncipe de Grecia”, y así sucesivamente.
Este impresionante capítulo termina con el siguiente anuncio de parte del ángel Gabriel. “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.” Daniel 10:21. En los capítulos 11 y 12 de Daniel encontramos “el libro de la verdad”, que estudiaremos en los siguiente temas. Es de suma importancia pues nos revelará “lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días.” Daniel 10:14. Ésa es otra de las razones por la cual el diablo se opuso durante tanto tiempo al ángel Gabriel. El deseaba impedir que esta información importantísima llegue al profeta Daniel, y mediante él al pueblo de Dios.


Vea el siguiente tema >>
 “Daniel 11 – Versículos 1-9”

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